Así como las abejas están en peligro también lo están las aves, y así lo demuestran estudios que señalan la relación íntima entre el uso de plaguicidas y el declive de la población de aves. Uno de esos estudios demostró que el DDT usado intensamente hace 40 años en zonas de España sigue afectando la reproducción de aves porque el DDT ha persistido en la naturaleza, perdurando en las fuentes de agua y en los insectos que se hicieron resistentes, y las aves que beben dicha agua y se alimentan de tales insectos, ponen huevos con una cáscara muy quebradiza lo cual causa su rotura y que la formación del polluelo se trunque.
En el mismo sentido, otros estudios han medido que, actualmente, cada año disminuye en 3.5% la población de más de 15 tipos de aves en Holanda, tanto porque ya no encuentran insectos para alimentarse porque fueron eliminados por los plaguicidas, como porque sus lugares de vida se han destruido para incrementar las áreas de cultivo. Las aves son eslabones importantes de la cadena alimentaria, controlando insectos que pueden volverse plaga para los cultivos.
Y sobre estas observaciones comprobadas de disminución preocupante de poblaciones de abejas y de aves vale la pena contarles que las primeras alertas datan desde 1941 cuando un expresidente de la Sociedad Entomológica de Nueva York ya denunciaba en la revista Nature, que el DDT liquidaba a todos los insectos, de los cuales el 90% son benignos; tres años después, y a raíz de la aplicación de nuevos plaguicidas en el ambiente, la Asociación Médica Estadounidense ya advertía que la toxicidad crónica en los seres humanos era un asunto totalmente inexplorado. En otras palabras, se aplicaban plaguicidas sin importar su efecto en las personas ni en el ambiente en general. Lo lamentable es que estas denuncias solo se ventilaban al interior de los círculos científicos.
Fue una bióloga estadounidense quien divulgó a la sociedad civil los daños que causaba la aplicación del DDT. Su nombre Rachel Carson; y previo a la difusión de los artículos sobre el DDT, esta científica ya había tenido un sonado éxito con la publicación de 3 libros, y un sinnúmero de artículos en donde de manera sencilla pero rigurosa en los datos científicos, compartía sus descubrimientos en el mundo natural, principalmente el mundo marino. Todos sus libros se mantuvieron durante semanas en la lista de los mejores vendidos.
Aquí vale la pena hacer otro pequeño paréntesis para compartir un poco más sobre Rachel Carson porque se trata de una persona sumamente notable que motiva e inspira, y porque, siendo una mujer nacida en una época aún más machista que la actual, mantuvo la determinación y la entereza de seguir su vocación por el mundo de la ciencia poblado por hombres, primero como bióloga, luego como zoóloga, y al poco tiempo con la especialidad en zoología marina. A la par, Rachel Carson supo valerse de su innata capacidad para escribir y conjugó su pasión por el mundo natural con su habilidad para narrar y elaboró numerosos artículos para la prestigiosa revista semanal The New Yorker.
Cuando ella y otros colegas advierten los daños que ocasionaban los plaguicidas en el ambiente, es que Rachel Carson compila sus notas, y elige cuidadosamente las que formarían parte de su nueva publicación y así escribe el famoso libro ‘Primavera silenciosa’, un título que muy posiblemente hace alusión a que el canto de las aves estaba condenado a la extinción a causa del DDT y las otras sustancias contaminantes.
Previo a la edición de Primavera silenciosa, Rachel Carson había preparado un primer artículo sobre el DDT que fue publicado en The Washington Post; este artículo comenzó a alborotar y caldear los ánimos en los círculos científicos proplaguicidas. Luego, con la publicación de Primavera silenciosa a finales de setiembre de 1962, la campaña de desprestigio se profundizó contra Rachel Carson. El grupo a favor del uso indiscriminado de plaguicidas pagó miles de dólares para que su gente escribiera artículos y declarara a la prensa a favor de los tóxicos y su aporte en lograr evitar que los insectos devastaran EEUU. A pesar de los esfuerzos de estos “científicos”, el libro Primavera silenciosa se mantuvo en la lista de los más vendidos durante 7 meses.
La historia de los debates entre Rachel Carson y los proplaguicidas duró dos años más, y en ese periodo, millones de personas pudieron enterarse de que los recursos naturales y el ambiente en general peligraban a causa de los plaguicidas. Rachel Carson, lamentablemente falleció en abril de 1964, a un mes y medio de cumplir 56 años. Hemos querido dar a conocer un muy breve extracto de la biografía de Rachel Carson porque a pesar del tiempo transcurrido, la historia de repite en todo el mundo, con grupos civiles denunciando el uso de plaguicidas con consecuencias de contaminación y desequilibrio en el ecosistema, y con científicos aceitados para defender mercenariamente estos agrotóxicos.